lunes, 21 de mayo de 2007

La despedida. Presente, pasado y futuro de un cine en crisis.


El cine español está en una crisis permanente de la que no parece salir. Aunque el enunciado correcto sería preguntarnos si alguna vez ha gozado de buena salud. Hemos hecho un recorrido por algunos de los directores más importantes que han surgido en nuestro país desde 1995, algunos han conseguido convertirse en pilares de nuestra cinematografía pero a otros les cuesta todavía adquirir un cierto estatus de autores o poder disfrutar de salas de cine llenas con sus películas. Y ese es el mayor problema al que se enfrenta nuestro cine, que hay una incógnita gigantesca sobre cuáles son los problemas reales de nuestros cineastas y sus películas y sobre cómo solucionarlos.

El cine es uno de los artes más subjetivos del mundo, nadie tiene la fórmula perfecta para crear una película o un director de éxito. Pero si es cierto que en España se vive un cierto vacío del público hacia nuestras propia producción que empieza a resultar alarmante. No nos engañemos, el cine español es mucho más que Almodóvar y Amenábar pero pocos más que ellos pueden presumir de poder llevar regularmente a las pantallas sus historias. Ahí tenemos uno de los principales problemas de los directores españoles, la sombra que las grandes figuras crean sobre ellos y que impide seriamente que puedan hacerse oír en un negocio que sólo da voz a unos cuantos privilegiados. Y es que nuestro cine tiende con demasiada facilidad a divinizar a ciertas figuras que, con sólo unas cuantas cintas de éxito, pasan a acaparar subvenciones, publicidad, premios y, por tanto, la atención del público. Seamos sinceros, si Mar adentro no hubiera gozado de tan exagerada publicidad en todos los medios, de tan buenas críticas (un vistazo objetivo a la película demuestra que tiene más puntos negativos que positivos), sino hubiera arrasado en los premios Goya de 2005 como lo hizo…quizás sus ingresos en taquilla no hubieran sido tan abultados como acabaron siéndolo. Y es que esa gala de los Goya es el máximo ejemplo de lo que tiende a hacer nuestro cine: crear un ídolo y reverenciarlo de manera tan exagerada que toda la atención recae en él y eclipsa a los demás. Todo esto deriva en la pescadilla que se muerde la cola de los directores españoles: casi siempre llevan al público a la sala aquellos que gozan de publicidad pero ésta suele recaer en los de siempre.

¿Qué solución queda entonces para los nuevos directores españoles que se lanzan a la misión suicida de intentar hacer cine en nuestro país? Pues resulta casi una paradoja pero se trata de destacar innovando. No es necesario hacer una película de éxito. Tesis fue un fracaso de taquilla hasta que recibió el Goya a la mejor película; Acción mutante de Álex de la Iglesia supuso una apuesta fallida; El bola de Achero Mañas también fue ignorada hasta que triunfó en los Goya; Barrio de Fernando León de Aranoa vio como el público le daba la espalda…Tomemos como ejemplo esto y veremos cómo los directores más relevantes de la última década han tenido una ópera prima ignorada por el público pero descubierta gracias a distintos tipos de publicidad: ganar un premio, el éxito inesperado en el extranjero, el posterior triunfo de otra película del mismo director…No hay una fórmula matemática ni una solución clara pero si parece ser que la publicidad juega un papel importantísimo a la hora de dar a conocer al espectador a unos creadores que le eran desconocidos. Obviamente las productoras se lo piensan mucho (de hecho ni se lo piensan, directamente dan la negativa) a la hora de publicitar una ópera prima y esto conlleva a que se retiren de cartel en unas pocas semanas. Y aquí encontramos otro de los problemas de los nuevos directores, que se les niega la oportunidad de ser descubiertos en un país donde hace una falta alarmante de precisamente eso: nuevos valores para una nueva generación de espectadores de cine español.

Ser director joven y debutante en España es casi una misión imposible. Pero quizás la clave está en que se debe pensar cómo el público que suele ser ignorado por nuestras películas: el joven. Un cineasta de veintitantos años puede tener la clave para conectar con esa misma generación porque sabe mejor que nadie qué problemas tienen, cuáles son sus motivaciones e incluso qué géneros cinematográficos pueden llegarles más. Si un director joven consigue crear un diálogo con ese sector del público puede que las cosas empiecen a mejorar en nuestra cinematografía. Si algo debe cambiar es la tendencia a identificar cine español con una o dos figuras y es el público joven y los cineastas de la misma edad los que están más cerca de conseguir esto.


Se nos habrán quedado muchos temas y directores en el tintero...pero muchas gracias a aquellos que nos habeis leido. Para nosotros, esto ha sido más que "simple trabajo de facultad", sinceramente para nosotros ha sido un verdadero placer poder hablar de un tema que nos gusta: el cine de una época cercana, sus personajes, protagonistas y sus problemas.

Más tarde o más temprano, quizás despues de los examenes, VOLVEREMOS.


"Agradecidos y emocionados, solamente podemos decir...gracias por venir"

1 comentario:

Anónimo dijo...

El problema del cine español no está, por desgracia, en las salas de cine, os dejo dos curiosidades que apuntan a un más que posible origen de esa constante crisis:

a)Cuenta las películas europeas que aparecen en televisión y calcula el porcentaje en relacion al cine de franquicia made in Hollywood. Pues esto lleva pasando desde 1956 cuando empezó la tv en España.
Un espectador (pon aquí cualquier calificativo...lector, comedor...) aprecia lo que conoce y recela de lo que desconoce eso los humanos lo llevamos escrito en el código genético, no es que lo diga yo. Es la razón por la que nos parece que las croquetas de nuestra madre siempre son las mejores.

b) este año los goya se los rifan entre el presidente de la academia y la vicepresidenta de la academia y las ayudas del ICAA puedes mirarlas y echarte a temblar también.

Un saludo, y felicidades por el blog

David Yáñez