lunes, 26 de febrero de 2007

Una bestia para un cambio


Octubre de 1995 vio el estreno de dos películas muy diferentes que acabarían por demostrar dos cosas en el aburrido panorama del cine patrio: que se podían seguir haciendo las mismas cintas que siempre para el mismo público de siempre o que se podía innovar y buscar un nuevo espectador para un nuevo cine español. Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, del debutante Agustín Díaz Yanes, se consolidó como el filme español del año pero El día de la bestia de Álex de la Iglesia, considerada ya una de las películas de culto de nuestra cinematografía, logró algo mucho más importante: reconciliar al espectador joven con una nueva manera de ver nuestro cine y dar a conocer a un director, tras su irregular debut con Acción mutante, que sería la punta del iceberg para toda una generación de cineastas que reivindicaban un cine patrio de género y alejado de la encorsetada producción a base de comedias madrileñas, películas de época o dramas desgarradores.

El día de la bestia se estrenó con una etiqueta muy concreta, una comedia de acción satánica, y con un delirante argumento que era casi un hito en nuestro cine. El Anticristo nacerá en Madrid en la nochebuena de 1995 y el futuro de la humanidad depende de un cura vasco, un heavy pasado de vueltas y un telepredicador italiano que tendrán que impedir a toda costa el nacimiento aunque ello suponga un río de sangre. La película fue la primera en nuestro país en utilizar efectos especiales digitales y se consolidó desde su estreno como una de las abanderadas, sino la que más, de una nueva mirada y una nueva manera de hacer cine en España. La escena en que los tres protagonistas se encuentran suspendidos en el cartel publicitario de Schweepes en la Gran Vía madrileña marcó un antes y un después en la educación cinematográfica de muchos jóvenes que hasta entonces sólo asociaban nuestro cine con películas muy alejadas de su gusto o de la realidad de la taquilla.

Hasta que punto El día de la bestia cambió las cosas en nuestro cine es algo que sólo se ha podido ver con el paso del tiempo. Es indudable que esta película, y la irrupción al año siguiente de Alejandro Amenábar y Tesis, hizo que se empezara a tener mucho más en cuenta al espectador joven y a crear las bases de un nuevo cine español donde surgirían con fuerza la comedia negra, el suspense, el thriller y el terror con unos resultados en taquilla que demostraron que algo estaba cambiando. Pero quizás el logro más importante de la cinta de Álex de la Iglesia fue el de dar voz a toda una nueva generación de cineastas españoles orgullosos de serlo pero con una educación basada en las aulas de las Facultades de Ciencias de la Comunicación, casi ninguna de estas nuevas estrellas, Julio Medem, Isabel Coixet, Mateo Gil, Amenábar, Juan Carlos Fresnadillo, Daniel Sánchez Arévalo y un largo etcétera, estudió en una escuela de cine, y en las películas norteamericanas. El día de la bestia consiguió ser la cabeza de cartel de una necesaria renovación generacional en la cinematografía española que ha sido la encargada de crear un nuevo star system tanto a nivel de técnicos como de actores (Santiago Segura a la cabeza) con la misión clara de adaptar nuestras películas a las nuevas tendencias y géneros, empresa que sería impulsada definitiva en 1996 con el triunfo sin precedentes de Tesis en los Premios Goya.